23 diciembre, 2007

Persepolis

Ya sabéis que yo de cine (de enfoque, fotografía, diseño, etc) ni flowers de nada. Yo cuando opino sobre una película tiendo a opinar sobre la historia que cuenta. Al final, juzgo una peli como si fuera un libro, no lo puedo evitar. De vez en cuando, y gracias a lo que sea, hay pelis que me obligar a salirme de mis parámetros estándards de evaluación y me hacen darle una vuelta de tuerca más a las líneas maestras de mi opinión. Persépolis es una de ellas.
Porque nadie puede ver esta peli y juzgar exclusivamente la historia. El estilo narrativo es demasiado rompedor para ser obviado. Así que lo primero que le reconozco: el riesgo, valor en franca desaparición en este mundo de hoy. Valentía por partida triple: por ser mujer, por se iraní y por atreverse con una peli de dibujos con una temática durísima. Persepolis narra, desde el punto de vista de la autora, su propia vida y por extensión, nos instruye a los incultos occidentales en la historia de Iran. Me arrepiento y admito mi culpa: yo solo conozco el Irán de los ayatholás y no sabía que antes había vaqueros, ropa de colores y fiestas.
Y ahí, el formato tiene un impacto brutal. Con un dibujo animado de rasgos grandes en blanco y negro, se pueden ilustrar la barbarie de un modo que en imágenes reales sería demasiado para las salas comerciales. El dibujo permite hacer poesía de la necedad, del asesinato, de la incultura, de la injusticia, de la represión, de la huida que permite seguir viviendo. Id a verla con la mente abierta: una mujer bajo un shador puede no ser una radical, sino una amenazada por incultos, iletrados fascinados por ideas sin sustento.

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