26 diciembre, 2007

Gallos de pelea

Dice el refrán que sabe el diablo más por viejo que por diablo, pero aún así no nos creemos lo que nos dicen nuestros padres porque pensamos que son antiguos y que no comprenden el mundo moderno y actual en el que vivimos. Error. Craso error. Una vez, mi padre (autor de célebres frases usadas recurrentemente en este blog) me dijo que ninguna empresa gestionada por gallos de pelea podía producir beneficios. Que era necesario que llegara un lobo, se zampara a los gallos y sólo después de eso, la empresa en cuestión podría trabajar de manera eficaz y producir beneficios. Como buena mujer que se auto-proclama inteligente, pensé que eso era otra tontería. Pues no. La vida me ha demostrado que no, porque ahora vivo en un corral de gallos de pelea.
Voy a aclara el término "gallo de pelea" para que nos entendamos todos: los gallos son también conocidos como "tiburones", prototípicamente hombre blanco de entre 40 y 50, más español que ninguno, en general de derechas, machista, mando medio o superior, conservador y agresivo. Es el típico que cree que gritarte por teléfono es un modo correcto de comunicar sus órdenes (que Evidentemente deben ser obedecidas sin rechistar, porque ellos NUNCA se equivocan). Su objetivo en el trabajo es trepar, Seguir hacia adelante, pasar al siguiente escalón, absorber poder de donde sea o de quien sea y no soltarlo ni a leches, aunque eso signifique trabajar hasta las 3 de la mañana, viajar 5 días de la semana, no ver a tus hijos, y abandonar a tu mujer (que para eso la mantienes, coño!) Consideran una debilidad palabras como respeto, organización, optimización, vida familiar. Se ofenden si te vas a las 7 de la tarde con todo el trabajo hecho, porque en el fondo les estás dejando como un trapo: ellos invierten 14 horas en hacer ese trabajo a base de poner mucho huevos y poco cerebro encima de la mesa.
Ante los contratiempos, prefieren la confrontación, la agresión. La negociación suave, el camino del medio, el acuerdo, no entran en su ecuación de la gestión de equipos. Siempre les reconoceréis porque se perdieron la clase del (a veces falso) MBA sobre delegación inteligente. Para delegar debes 1) dar instrucciones y objetivos concretos, 2) debes confiar y 3) debes tomarte el tiempo de analizara el resultado. Su concepto de la delegación es 1) "hazlo" (ladrado por supuesto), 2) te llaman para ver como vas cada vez que se acuerdan y cuando se olvidan se ponen ellos a repetir el trabajo delegado, 3) si sale mal: "es que no tienes ni idea, esto no es lo que te había dicho" o si sale bien "veo que has seguido mis precisas instrucciones".
Creo que os hacéis una idea bastante buena del individuo. Ahora imaginad lo siguiente: cuando el jefe superior es un Gallo de pelea, sólo resisten bajo su mando elementos equivalentes. Si no eres capaz de poner los huevos encima de la mesa (porque no tengas o porque te parezca un modo idiota de resolver conflictos), te largas o te largan. Al cabo de unos años, TODA la pirámide de poder de la empresa está poblada por un único especímen: Gallos de pelea de los más agresivos.
Llevan la empresa adelante a base de exprimir a los empleados, de apretarles, de amenazarles, de hacerles culpables de los fracasos propios y ajenos. Todos sabemos lo FACIL que resulta encontrar una excusa para no reconocer un error y lo complicado que es para los egos aceptar que la hemos cagado y aún peor: buscar modos de mejorar. En la arena de pelea, nunca se reconoce una cagada, por enorme que sea, se ataca por la espalda si es necesario y nunca de los nuncas se comunican los planes a futuro por si salen mal, que nadie pueda decirte (ni demostrate) que eran erróneos.
Al final, el resultado es un "desgavell": los pobres pollitos de la empresa corren de arriba para abajo sin rumbo marcado, evidando el ring, esquivando los espolones y buscando protección. Mi padre, como la mayoría de veces, tenía razón. Y yo, para mi enorme suerte, no soy un gallo de pelea, no tengo cojones, no me gusta gritar, creo en la fuerza de planificar, compartir y acordar. Pienso que el modo de llevar un equipo es que el equipo decida como quiere ser llevado, que sea parte de la solución y no el cargador de las consecuencias. Eso requiere tiempo, paciencia, dedicación y capacidad de aceptar culpas. En esas circumstancias no queda tiempo para entrenar lo suficiente para ser el rey del ring.

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