01 marzo, 2006

Abandonos

Una vez más atropello las ideas y las vidas de los que me rodean para hablar de nuestro tema favorito (vale, el mío... y ya casi llevamos un año de ironía!!). Hacía tiempo que me rondaba este posting, pero a veces las ideas no toman forma hasta que sucede algo que las empuja fuera de la maraña de mis delirios y las convierte en frases comprensibles para los lectores. Lo que me impulsó en el tema de hoy: tristes y dolorosos abandonos, fue el paso por el mal trago de alguien muy querido. Y de mis conversación con él, se ordenó la idea que había surgido hace meses en una conversación pepística y que no encontraba como encauzar.
Es pertencioso, ponerme a hablar de porque dejamos o somos dejados, pero cómo he puesto tantas tonterías en este blog, no ve d'aquí! Como siempre: comentarios contrarios y correcciones más que bienvenidos.
La idea inicial, surgió un día hablando de ese tema taaaan poco frecuente de "y como sabes si quieres o no seguir con alguien?" La respuesta (maestra! empanada) fue de esas sentencias que se le quedan a uno en la cabeza y aplica el resto de su vida: querer estar con alguien es casi un instinto animal, absolutamente irracional. A pesar de que te apetece matar a la otra persona, a pesar de que en momentos le odies, a pesar de que en ese momento piensas que nunca podrías aguantarle, a pesar de que incluso le dejas, no puedes hacerte a la idea de dejar de verle, dejar de contarle las cosas que te suceden. Son las clásicas fases iniciales de una relación en que cada mini-pelea o desacuerdo termina en "lo dejo" pero nunca se cumple la amenaza. Algo totalmente sin sentido te refrena el impulso. Hay quien dice que es que te acuerdas de lo bueno que es cuando va bien. No lo creo. La sentencia inicial es (según yo) la correcta: no tiene sentido, es instintivo: algo te dice que quieres tener a esa persona cerca, aunque sea para estar de gritos todo el día. Los científicos han buscado la justificación en los olores, la compatibilidad genética, la longitud del pulgar, el anular y el meñique sin éxito. Es irracional y como tal no puede contarse, medirse, comprobarse y producirse en frasquitos. A veces sucede y a veces no.
Y a veces sucede solo unilateralmente. Y ahí viene el segundo caso del que hablaba. Lo más terrible que le puede tocar hacer a uno en la vida sentimental, es dejar a alguien a quien quieres, alguien con quien tienes ese sentimiento irracional, porque a la otra mitad no le ha sucedido lo mismo. Toma una dosis de coraje y objetividad admirables ser la parte que quiere y ser la parte que deja. En el mundo en general funcional al revés: es la parte de no quiere la que deja, lógicamente. Pero hay algunos casos como el de hoy en que no. Alguna vez ya había mencionado el concepto de "sobre- civilización", este es un ejemplo claro donde la razón puede con el instinto. O quizás es que el instinto de supervivencia es más fuerte que la necesidad de ser queridos y vivir acompañados?
También existen la opción opuesta: en la que la necesidad de estar acompañado es más fuerte que el instinto y surgen esas parejas "por inercia", parejas sin altos ni bajos, parejas que están felices por el hecho de estar en compañía, no por estar en esa compañía en concreto. Pienso (y creo no equivocarme) que una vez has querido por instinto, no puedes querer por inercia, aunque en momentos de desesperación desearías poder hacerlo.

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