22 agosto, 2007

Más da más

9 de la mañana, oficina desierta, compañeros leyendo el periódico, terminado el café, siguiente actividad: ninguna. Actividad ocasional, chatear con los compañeros de madrid en situación de vida paralela. Lentitud. Lluvia. Oscuridad en la calle. Fluorescente dentro. Calma tensa, chicha, como la que se derrama antes de la tormenta marina. Somos como los ratoncitos blancos de laboratorio que ponen en el laberinto para observar su conducta. Pienso en que sería posible que nos observaran? Qué hacen mis pequeños cuando están solos? (yo, ya lo leéis).
Es un sentimiento claustrofóbico de inapetencia. La energía vital es un elemento curioso. Si no hubiera borrado mis conocimientos de física podría dar el nombre técnico de la propiedad, pero como no tengo ni idea y dejé el tema a los 15 me tengo que explicar con palabras mundanas. Lo que pasa con la energía es que como más necesitas, más tienes. Se auto-genera a partir de la satisfacción de completar tareas. Es decir, cuando logras gastarla en algo, se autoregenera en mayor cantidad. al contrario, cuanta menos necesitas, menos generas y más fatigado te sientes. Es curioso el cuerpo humano. Creo que la energía es como el sueño: cuanto más cansado estás más profundamente duermes y más te cunden las horas. Pero el sueño no se acumula y no se recupera. Sencillamente el sueño no dormido, como la energía no usada, se desvanece. Y manda señales al cerebro de generar menos la próxima vez.
De modo que en días como este, los ratoncitos enjaulados se alteran, buscando maneras de regenerar el nivel de energía necesario para superar la lluvia y el gris del clima.

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