02 diciembre, 2006

La forja, Arturo Barea, 1941

Primera parte de otra triología sobre la Guerra Civil española. Esta habla de la infancia y la adolescencia del mismo autor (la triología es autobiográfica). A diferencia del otro libro que he reseñado (o fue antes?) Los cipreses no creen en dios (que era fantasía realista) esta es cruda, y por el hecho de ser verdadera es aun más cruda. Habla de esos madrileños pobres que luchan por sobrevivir, de sirvientes, lavanderas, pordioseros, niños de la calle, hijos que se mandan al pueblo lejos de sus madres porque sinó morirían de hambre en la ciudad y por extensión matarían a sus hermanos y progenitores porque les restarían recursos para vivir. Barea por ser el hijo pequeño tiene el privilegio de quedarse al lado de su madre, una lavandera que lava en el río en verano y en invierno para poder comer y tener un techo.
El estilo literario no es el mejor del mundo. No sé si porque imita el estilo del pensamiento de un niño pequeño, pobre y con educación limita, o es el resultado de esa educación limitada en un adulto exiliado. Aún así estas carencias estilísticas aportan al relato una veracidad de otro modo inalcanzable. No puedo esperar a ver lo que hace "arturito" recién afiliado a la UGT, en pleno enamoramiento de la revolución y de las causas justas en lucha por el bienestar de todos, cuando llegue la República y la guerra civil.

PD: Se me olvidó copiaros un fragmento que me hizo reir mucho (6dic06) de cuando arturo va al colegio, eso os dará una idea del tono y el tipo de análisis del libro. Excelente este párrafo.
Antes de aprender la letra A se aprende a estar en fila, callado. Luego se aprende a leer. Tan estúpidamente como se leen las muestras de las tiendas (...) igual se coge el puesto en la fila de la vida y mecánicamente se sigue detrás de los que van delante y delante de los que van detrás sin rebelarse. PObres de los que intentan ganar puestos. El orden que todos los demás mamaron en la escuela, en la iglesia, en el cuartel, en la cárcel y en la tienda de comestibles donde compran las salsichas, estalla. Todos se sienten cura, furriel, carcelero y guardia y a empujones y patadas le vuelven a su sitio en nombre del orden.

Etiquetas: