30 diciembre, 2006

Desilusión

Ai ZP... qué poco nos duró la ilusión y qué duro es ser valiente en dar esperanzas, especialmente porque eso hace que la caída siempre sea más dura. Nuestro querido presidente tenía esperanza y se portó como un novato en temas de negociación: dió la esperanza al público y en público, sirviéndole en bandeja al enemigo la oportunidad de minar sus defensas (joer, parezco el arte de la guerra!). Y ETA no se lo ha pensado: le ha dado un golpe de gracia política de la que no creo que pueda salir. Fin de la negociación, fin de la tregua, fin de la esperanza, fin de la ilusión. Porque eso es lo que nos había dado el proceso iniciado por ZP: ilusión de que esta fuera la definitiva, porque estaba siendo difícil, porque estaba siendo secreto, porque estaban siendo prudentes y flexibles. Pero con todo el dolor de mi corazón, tengo la ligera sospecha de que mi respetadísimo ZP acaba de meter la pata hasta el fondo y acaba de asesinar muchas de las opciones que tenía a la reelección (Mari Tere, esta es la tuya y la nuestra de tener a una mujer al frente del estado!). Qué puedo añadir: que me siento chof, porque yo, como muchos otros, confiábamos en que ZP sería capaz de llevar esto a buen puerto, que el talante iba a vencer a la agresividad asesina del PP, que el diálogo y no la fuerza bruta podría apuntarse el tanto de la pacificación de España, y así dar una lección a todos los animales salvajes que poblan nuestra política y nuestras calles. Snif.

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