13 marzo, 2007

La llama, Arturo Barea, 1944

Las guerras son duras, sean las que sean, pero cuando se trata de las tuyas propias, siempre parecen peores. Tercer y último libro de esta saga sobre la españa de los años 10,20 y 30. un retrato magnífico y parcial de lo que éramos, que nos puede ayudar a saber lo que somos. Ahora que españa se vuelve a dividir en dos bloques sólidos, se torna de lectura obligada cualquier libro sobre el porqué pasó lo que pasó. Porque no debemos olvidar y lo más importante: no debemos maquillar la realidad. Intentar no leer sólo una versión, por mucho que nos repugne el otro lado. Hay que leer el manifiesto comunista y después el Mein Kampf. Barea, intenta ser esa voz. Habla de el sitio de Madrid, y cuenta desde dentro la disfuncionalidad de los ministerios republicanos, de la ineficacia operativa, de la brutalidad y descontrol de las milicias, del hambre de sangre y el hambre de pan, de piernas sueltas en la calle, de caídos en medio de la gran via, de las visitas “turísticas” de las damas de la alta sociedad inglesa al frente, como quien va a la campiña a pasar un agradable domingo. Porque en una guerra no todo son obuses y metralla.
Pero Barea también denuncia la política de “no intervención” europea en apoyo de la república. Esa política tan digna y tan maravillosa que ha sido usada prolíficamente para evitar a los gobiernos occidentales no meterse en fregaos que no interesaban y meterse hasta el cuello donde hay moneys, y/o intereses estratégicos. Flexible y adaptable invento. Deberían inventar un premio nobel al uso más ingenioso de la política de no-intervención.
Absolutamente recomendable. Más que los otros dos, para los interesados en la guerra civil y para los que sienten que se polarizan sus opiniones. Es un buen remedio, aunque barea tuvo que exiliarse y eso no es muy “encouraging” que digamos.

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