15 marzo, 2009

Las apuestas perdidas

Hace tan solo tres meses escribí que todas las cartas estaban echadas y que ahora tocaba ver lo que nos había puesto la suerte delante. No he llegado ni a mayo para resolver los enigmas. Me quedé sin ánimos, sin esperanzas y sin fuerzas. Lo único que tengo es la opción de llorar por mis sueños rotos. aposté la felicidad de mi vida a una sola carta que resultó mala y perdedora. Y ya no me quedan fondos para pedir otra mano de revancha.
Me he enseñado a mi misma que la persona que mejor nos conoce somos nosotros mismos, y que no hay que menospreciar las cosas que sencillamente siempre hemos sabido sobre nosotros mismos. Tienden a ser ciertas. Es malo intentar demostrar lo contrario. La naturaleza se rije por unos principios extraños y aleatorios que no puedo controlar ni dominar a mi voluntad. Pensé que podría, que la ilusión y la preparación podrían alterar las apuestas desfavorables, pero me ha dado cuenta de la verdad de la manera más dura.
Y ahora toca reconstruir la alegría sobre las cenizas de mi sueño consumido. Alguien sabe cómo se hacer? Como vuelve uno a sonreir pensando en el futuro, cuando sabe que el problema está ahí para cuando quiera un segundo round por el título de la más feliz del mundo. En este round el título se repartió al azar y no entré ni el el bombo. Cómo se evita que te paralice el pánico a volverte a estrellar? Este no es un proyecto como otros, en que si no sale, lo metes en una caja y te olvidas. Esta es la gran apuesta de mi existencia y salió rana. No sé dónde se buscan fuerzas para seguir persiguiendolo, no sé donde se pide energía adicional. No sé donde se compra un boleto ganador en esta lotería. En momento como estos, desearía creer en Dios para tener respuestas, para saber donde pedir y a quien culpar.

1 Comments:

At 02 abril, 2009 22:21, Blogger Bodeguru said...

Bueno, nunca es tarde para creer en Él, si de culpar a alguien se trata.

Tampoco es tarde para creer en Él para coger nueva fuerza, volver a confiar y darse cuenta que este mundo es un sueño y como tal debe vivirse. Es simple decisión: la existencia de Dios no depende de que creas o no en Él, ya que Él está ahí, mirando desde dentro de tí y esperando a que voltees a verlo.

El día que lo hagas todas tus heridas serán curadas y, tal vez, puedas entonces ser madre.

 

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