31 mayo, 2007

El poder por Salman Rushdie

Este tío es un puto amo de las imágenes hechas palabras. No puedo evitar buscar un hueco para compartir esto con vosotros. Alucino y admiro a partes iguales y enormes:

El palacio del poder es un laberinto de estancias comunicantes. No tiene ventanas y no hay puerta visible. Lo primero que tienes que hacer es descubrir cómo entrar. Cuando hayas resuelto ese acertijo, cuango hayas llegado como suplicante a la primera antesala del poder, encontrarás en ella a un hombre de cabezza de chacal que intentará expulsarte. Si te quedas, intentará devorarte. Si puedes engañarlo y pasar, entrarás en una segunda estancia, esta vez guardada por un hombre con cabeza de perro rabioso, y en la siguiente te enfrentarás con un hombre de cabeza de oso hambriento y así sucesivamente. En la penúltima habitación habrá un hombre con cabeza de zorro. Ese hombre no intentará mantenerte alejada de la última estancia, en la que se sienta el hombre con el verdadero poder. En cambio, intentará convencerte de que estás ya en ella y de que ese hombre es él mismo.
Si consigues no dejarte engañar por los trucos del hombre-zorro y lo dejas atrás, te encontrarás en la estancia del poder. (...). Al salir (...) las estancias están llenas de monstruos voladores semihumanos, hombres alados con cabeza de pájaro, hombres-águila, hombres-buitres, (...) Descienden en picado y tratan de arrancarte el tesoro. Cada uno de ellos se lleva entre las garras un pedacito. ¿Cuánto conseguirás sacar de la casa del poder? Los golpeas, proteges con tu cuerpo tu tesoro. Ellos te arañan la espalda con sus garras relucientes, azules y blancas. Y cuando lo consigues y estás otra vez fuera, bizqueando dolorosamente a la luz brillante y agarrando el resto de tu tesoro, pobre y desgarrado, tienes que persuadir a la escéptica multitud, ¡la envidiosa e impotente multitud! de que has vuelto con todo lo que querías. Si no lo haces, quedarás marcada para siempre como fracasada.
Esa es la naturaleza del poder (...) El hombre que penetra en sus estancias puede darse por contento si sale con vida.

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