19 julio, 2006

El tigre y la nieve

La nueva película del creador de La vida es Bella. Como con las segundas películas de un desconocido (al menos para los españoles) es que siguen el tópico: segundas partes nunca fueron (tan) buenas. No quiero decir que la peli sea mala, no hay que exagerar, pero tampoco es como para recomendárosla a todos encarecidamente.
Es un poco ñoña, algo pastelona, muchoa amor, muchos signos, de esas que harían que Lucía Etxebarría se tirara de los pelos por reproducir el tópìco del amor super romántico, símbolo de la negación de uno mismo y del sacrificio absoluto por el otro. A mi me toco ligeramente la moral el tema de que él miente para llegar a Irak: ocupa la plaza de un cirujano en un comboi médico a un país en guerra que necesita de toda la ayuda que se pueda mandar, y en la película queda como un héroe, por haber mentido, por haber abusado de la Cruz Roja, por haber timado a los que colaboramos con las ONGs, y haberle negado el derecho a un cirujano a los iraquíes.
Señor Benini, sé que su peli es una pura fábula, pero entonces sigamos los canónes de tal formato: preconicemos valores positivos que enseñen una moraleja ética y no la primacia del amor por encima de los derechos humanos.

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